Extraído de “Anatomía del alma” escrito por Por Jaim Kramer Con Abraham Sutton. Traducido al Español por Guillermo Beilinson
Afirma el Talmud (Iebamot 63b), “Mashíaj no vendrá hasta que no hayan nacido todas las almas creadas”. Más adelante afirma, “¡Aquél que no procrea es considerado como si hubiera cometido asesinato!” La razón detrás esta analogía extremadamente dura es que el único propósito de la existencia del hombre es revelar la Divinidad. Dado que cada ser humano es creado a “la imagen de Dios” , se desprende que cada niño que nace aumenta la revelación de la Divinidad en el mundo. Así, aquél que no propaga la especie, de hecho disminuye la revelación de Dios en este mundo. Esto es equivalente al asesinato (ver Tur, Even HaEzer, Priá V’Riviá 1).
Si el no procrear es equivalente al asesinato, ¿cuánto más lo será el aborto? El alma humana, tanto si ya nació como si aún está por nacer, es ciertamente una porción Divina. Como hemos apuntado, el embarazo es el comienzo de la revelación de la Divinidad. Todo intento de abortar un embarazo es un intento de disminuir la Presencia de Dios en este mundo. El aborto sólo se permite en casos en que es necesario para salvaguardar la vida de la madre, pues la vida de ella es en sí misma una revelación de Divinidad. (Si el feto pone de alguna manera en peligro la vida de la madre, sin lugar a dudas se debe poner fin a la vida del niño aún no nacido en favor de la madre quien está viva en este mundo).
Abraham y Sara fueron los primeros en revelar el Reinado de Dios en este mundo. Abraham fue el paradigma de Jesed, que se revela en la Sefirá de Iesod. El nombre SaRa comparte la misma raíz que S’raRá (autoridad, poder); así Sara personifica a Maljut. La confluencia de Iesod y Maljut revela la Divinidad en el mundo. Sin embargo, Abraham y Sara eran estériles. Luego de muchas plegarias (que en sí mismas son una manifestación de Maljut; arriba, Capítulo 44), tuvieron hijos. Ishmael, Itzjak, Iaacov y Esav son todos considerados sus hijos. (Ishmael le nació a Abraham luego de que Sara le diera a su sierva Hagar como esposa. él es considerado así hijo “de ellos” . Iaacov y Esav eran los hijos de Itzjak).
En la Hagadá de Pesaj hablamos de cuatro hijos: el hijo sabio, el hijo malvado, el hijo simple y el hijo que no sabe cómo preguntar. El Rebe Najmán enseña que estos “cuatro hijos” corresponden a todos los hijos de Abraham y de Sara. Itzjak representa el hijo sabio; Esav, el hijo malvado; Iaacov, el hijo simple (ver Génesis 25:27); e Ishmael, el hijo que no sabe cómo preguntar (en ningún lugar de la Biblia se registra a Ishmael hablando). Estos cuatro “hijos” – incluyendo al hijo malvado – son un paralelo de dalet (numéricamente cuatro), la manifestación de Maljut; pues los hijos, sin importar cómo resulten – para bien o para mal – contribuyen de alguna manera a la rectificación de Maljut (ver Likutey Moharán I, 30:6).
Como mencionamos al comienzo de este capítulo, los hijos son a menudo el factor redentor en la vida de sus padres y ancestros. Pero en otras instancias también los hijos pueden requerir una redención – no todos los hijos de los Patriarcas y las Matriarcas fueron perfectos. El Rebe Najmán comenta sobre estos dos tipos opuestos de hijos: “Los buenos hijos son el mejor remedio para sus ancestros” (El Libro del Alef-Bet, Hijos, A:42).
Con respecto a los hijos que se han apartado de la buena senda, dice el Rebe Najmán (Avenea Barzel, p.21 #4), “La persona debe orar para tener muchos hijos, no importa cómo resulten. Finalmente Mashíaj llegará y rectificará al mundo entero, trayéndolo nuevamente el estado espiritual del cual disfrutó el mundo el día de la creación de Adán y Eva” .
¡Shemá Israel! [¡Escucha Israel!] El Señor, nuestro Dios, el Señor es Uno.
Deuteronomio 6:4
El hombre fue creado para “fructificar y multiplicarse” . La razón, como se ha dicho más arriba, es traer constantemente nuevas revelaciones de Divinidad. Pero, ¿por qué debe el hombre ser “tan fructífero?” ¿No bastaría con que cada pareja sólo tuviese dos hijos, para que la población del mundo se mantuviese constante? ¿Por qué toda pareja debe tener más de dos hijos y por qué, aun si los padres deciden tener más de dos hijos, deben tener familias muy numerosas?
Enseña el Talmud (Iebamot 63b), “Todo aquél que no contribuye a poblar el mundo es considerado como si hubiese disminuido la imagen Divina” . Esto se debe a que cada niño nace con su propia mente. él (o ella) trae al mundo su propio intelecto, un intelecto específico que nunca antes ha existido en el mundo. (Esto explica por qué los niños no siempre les hacen caso a sus padres – la mente de cada niño es absolutamente individual). Cada mente, cada nuevo intelecto, es capaz de reconocer a Dios y de reflejar Su grandeza a su manera. El Rebe Najmán enseña así que “el aumento en la tasa de nacimientos revelará más aún el honor del Santo, bendito sea” (Likutey Moharán II, 71:8).
Aquéllos que corren tras una forma de vida materialista tienden a considerar a los hijos sólo como un aumento físico de la familia, además de la carga adicional sobre el presupuesto familiar. En otros hogares los niños no son deseados, pues son un estorbo para el estilo de vida de la pareja. Otras familias sienten que está muy bien tener hijos y luego de “sumar” uno o dos, tienen la bondad de reservar un poco de “tiempo” para sus hijos, freciéndoles algunas horas a la semana – así estén los niños interesados o no en pasar con sus padres esas horas en particular.
Otras familias más inclinadas hacia lo espiritual también tienen necesidades materiales que deben ser cubiertas, pero para ellos los objetivos de la vida son totalmente diferentes, mucho más significativos y duraderos. Sólo es necesario observar una familia orientada hacia lo espiritual para advertir la calidez, el respeto y la cercanía que impregna sus vidas. Esto no quiere decir que sean ángeles, ni tampoco que no haya roces. Sin embargo, en su mayor parte, aquéllos inclinados hacia lo espiritual tienen un punto de vista más amplio con respecto a la vida y se ocupan de proveer a sus familias con amplia generosidad espiritual.
Esto está implícito en el Santo Nombre de Dios asociado con Iesod – ShaDai – que combina las dos palabras “ieSH Dai – ¡Hay suficiente!”. En última instancia, aquéllos que viven una vida espiritual encuentran los recursos necesarios para mantener sus extensas familias. Son estas familias las que aumentan el honor y la gloria de Dios.
Es algo maravilloso que cada persona llegue a reconocer a Dios a partir de su propia e individual perspectiva. Sin embargo, cuando se comprende que todos están sirviendo a Un Solo Dios, se encuentra entonces otro concepto, mucho más bello aún.
Enseña al Rebe Najmán:
Cada persona comprende la vida de una manera diferente de la de sus pares. No hay dos personas que sean iguales. Es por esto que el Santo, bendito sea, siente placer cuando, de entre la variedad de opiniones existentes respecto a un tema halájico específico, una de ellas es aceptada por la mayoría. Cuando la mayoría está de acuerdo con una idea, esto es algo muy precioso a los ojos del Santo, bendito sea (Likutey Moharán II, 2:6).
No hay dos personas que sean iguales; y nunca han existido en la historia de la humanidad dos personas que fuesen iguales en todos los detalles – ni nunca las habrá. La gente puede ser parecida, pero nunca es exactamente igual. Así, cada persona tiene su propia comprensión de Dios – cada una Lo ve a partir de una perspectiva diferente. Cuando recitamos el Shemá, la afirmación de fe, estamos reconociendo, cada uno a partir de sus diferentes perspectivas, la verdad universal de que Dios es Uno.
Este concepto es tremendamente significativo. Aunque cada persona posee un punto de vista diferente, todas pueden estar de acuerdo en “Una” cosa. Este es un estado perfecto de paz, de “pluralismo basado en la más exaltada Unidad” , que permite que la gente supere sus diferencias y alcance la paz verdadera.
El Rabí Natán escribe que éste es el verdadero significado subyacente a la mitzvá de tener la mayor cantidad de hijos posible. Traer cada vez más seres humanos al mundo, cada uno con su propia mente, cada uno con una diferente perspectiva de Dios, pero así y todo, cada uno sirviendo al Dios Unico de la mejor forma posible, es algo que refleja la Gloria de Dios de la manera más poderosa. ¡Cuán hermoso será, cuando llegue Mashíaj, ver tanta gente diferente con un objetivo común! En ese momento reinará la verdadera paz (Likutey Halajot ).
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