Shalom para todas!

Hoy hablaremos sobre la labor mas bella y bendecida que muchas de nosotras día tras día realizamos…ser amada de casa o en hebreo Akeret Habai.

Juguetes regados por toda la casa, trozos de pan y masitas convertidos de repente en el nuevo decorado de nuestros pisos, la pulcra ropa lavada y planchada mostrando el menú de lo que comieron en solo media hora y, como si todo esto fuera poco, si nuestros maridos tuvieron un día lleno de dificultades es muy probable que al llegar a la noche cansados y ensimismados en lo suyo ni cuenta se den de nuestro esfuerzo y nos pidan «justamente lo que ese día no pudimos hacer.»

¿Alguna de ustedes se siente identificada?
Seguro que sí, ya que esto es absolutamente real y normal, y sucede en mayor o menor medida, en todas las casas.

Al final del día todo parece haber sido en vano: el trabajo del ama de casa se esfumó, y todo está como cuando nos levantamos.
Lo que compramos y cocinamos en «horas » se lo comieron en «minutos», lavamos, planchamos y al otro día una nueva pila de ropa nos espera para ser puesta en condiciones, la casa que brillaba mientras los niños estaban en la escuela se opaca con juguetes, mochilas, medias y zapatillas esparcidos por doquier.
Y con respecto al trabajo de la madre:»¡es a futuro, trabajo de largo plazo y no se ven hoy los resultados!».
Y además parecería ser que los niños siempre encuentran un motivo de qué quejarse, aunque nos hubiésemos brindado de lleno a ellos. Una sensación de «todo fue inútil, ¿para que lo hice?» nos invade y pensamos; mañana el día será igual o peor!, si agregamos algún desperfecto en la casa -que nunca faltan o nos toca visitar al dentista o al doctor con alguno de los chicos.
La rutina nos agobia, es un círculo y como tal nunca acaba, por lo tanto parece ser que siempre nos encontramos en el mismo lugar.
Ahora cambiemos el cristal, como cuando el oculista amistosamente quiere corregir nuestra visión, para que disfrutemos de los placeres de la vida, ¿por qué quedarnos con una visión incorrecta, si podemos tenerla perfecta? Miremos así las cosas desde otro punto de vista; por supuesto mas positivo y alentador.
¿Qué opina el judaísmo sobre este tema? ¿Puede una mujer compatibilizar estos roles sin morir en el intento? ¿Tiene la capacidad real para combinar y realizar con éxito estas funciones? ¿Vale la pena el esfuerzo? ¿Para qué y por qué debemos hacerlo?¿Puede sentir placer y orgullo de lo que hace sin considerarse menos mujer por atender su casa y no ser una ejecutiva reconocida en el mundo de los negocios?

Una akeret habait no es un ama de casa. Para una mujer akeret habait, las tareas domésticas constituyen un medio para lograr un fin, y no un fin en sí mismo.
Akeret es la versión femenina de ikar, que es el aspecto central o la esencia de algo. Bait generalmente significa «casa» u «hogar».
Al Templo que se levantaba en Jerusalén se lo denominaba el Beit HaMikdash, beit que significa «casa de» y hamikdash que significa literalmente «santidad». A menudo, se alude al mismo simplemente como HaBait, «la Casa».
Por consiguiente, en hebreo se utiliza la misma palabra tanto para un hogar como para el Templo Sagrado. De hecho, el propósito de un hogar es ser un mikdash me´at, un santuario en miniatura.
Hashem le ordenó a Israel construir el santuario a fin de que Él pudiera morar betojam.
Betojam a menudo se traduce como «entre ellos». No obstante, su significado literal es «dentro de ellos».
El propósito de un santuario es ayudarnos a cada uno de nosotros a construir nuestro propio santuario interior donde Hashem pueda morar.
Para una akeret habait no existe contradicción entre valorar su posición central en el hogar y desarrollar sus intereses fuera de ésta.
El objetivo de la vida no es el dinero, el prestigio ni el reconocimiento público.
Se trata de acercarse al Creador de uno, ya sea mediante la creación de un hogar judío o el conocimiento de su voluntad como se revela en la Torá.

La visión espiritual

En la vida judía la mujer es la base de nuestra existencia como pueblo y la encargada de transmitir nuestros valores de generación en generación. Cuando Hashem iba a entregar la Tora dijo a Moshé «así dirás a la Casa de Iaakob y anunciaras a los hijos de Israel» (Shemot19).
Nuestros Sabios explican que «la Casa de Iaacob» se refiere a las mujeres, ya que ellas son las encargadas de educar a los hijos en el camino de la Torá. Ellas, («nosotras») son las que tienen la fuerza de llevar su hogar adelante. La mujer es la luz, es el alma de la casa.

Por otro lado el Rab Freue nos comenta en su libro «La Luz de la vida» que en la Torá se destaca en varias oportunidades la participación de la mujer en la construcción del Mishkan, entonces si la mujer fue importante por su aporte frente a la construcción del Mishkán (Santuario), mucho más lo es por su influencia en ese pequeño Santuario que es el hogar judío.
Sobre estas mujeres dijo el Rey Shlomó: » Una mujer virtuosa ¿quien encontrará?… confía en ella el corazón de su esposo y recompensa no le faltará… su boca habla con inteligencia y la Torá del favor está en su lengua, se levantan sus hijos y la felicitan, su marido la alaba…» (Mishle 31)
Cuando los malajim visitaron a Abraham, le preguntaron dónde se encontraba Sara y él respondió «está en la carpa», quiere decir esto en su interior puro, refiriéndose así no al lugar geográfico sino a donde ella volcaba su verdadero esfuerzo, obteniendo de esta manera la armonía del hogar.
Algunas explicaciones dicen que los Malajim lo hicieron con la intención de que Abraham valore y ame más aún, a su esposa, ya que ella se comportaba como una mujer judía debe hacerlo.
La mujer, como un ministro del interior, debe ser la que se ocupe de todo lo concerniente a lo que pasa en el interior de su hogar, que todo allí marche en orden, y esta escrito qué grande es el pago por esta labor.
Debemos saber que cada acción que hacemos por nuestra familia es considerado un acto de jesed (de bondad) y es recompensada ampliamente por nuestro Creador.
Por otro lado el hogar es el verdadero lugar donde la mujer puede realizar su desarrollo espiritual, es su verdadero campo de acción.

Asi que ¡atención! Si buscamos nuestra verdadera realización como «mujer» fuera de allí, alerta, es muy probable que no la logremos.

Un trabajo fuera del hogar, debe ser lo secundario, lo anexo, y no lo principal y prioritario. Seguro que podemos hacerlo si lo necesitamos o deseamos, pero siempre respetando esta consigna, no debe ser una escapatoria a nuestra verdadera función sino algo que nos dé mas fuerza para cumplir con nuestro verdadero rol.
Pero si tu deseas o debes trabajar recuerda que se te considera a sí misma absolutamente una akeret habait como una mujer que permanece en el hogar ya que sus obligaciones se ven duplicadas.

¿Cómo las llevamos a cabo con éxito y alegría sin que las demandas nos superen?

Debemos estar seguras y confiar en que si Hashem pretende esto de nosotras, si nos encomendó esta tarea, es lógico pensar que nos dotó de los elementos necesarios para poder llevarla a cabo.
Para ello nos creó con ciertas características propias, con una naturaleza distinta a la de los hombres, y a pesar de lo que el feminismo piense, esta naturaleza nunca podrá ser cambiada.

Todas las mañanas en nuestra tefilá (rezo) decimos Baruj Sheazani kirtzonó (Bendito que me hizo como su voluntad) como agradecimiento a nuestras responsabilidades femeninas. Una de las explicaciones es que aquí agradecemos la versatilidad que nos dio para cumplir con éxito nuestro rol.
Una de las características de la mujer es que tiene una concentración superficial, a diferencia del hombre cuya concentración es profunda; ¿Quiere decir esto que somos menos inteligentes?
¿Qué no podemos ser ni científicas ni investigadoras? No es ésa la idea ni mucho menos, y vamos a ejemplificarlo para entenderlo mejor.
A la hora de preparar la cena, con una mano revolvemos una olla, con la otra revisamos las tareas de nuestros hijos, mientras que con el pie movemos el coche de nuestro bebe que llora reclamando atención, sin dejar de supervisar.
Por supuesto, el juego o baños de los otros niños, en tanto planificamos en nuestras mentes nuestras obligaciones para el día siguiente, suena el teléfono, nos llaman del trabajo, y por el inalámbrico o ahora el manos libres podemos resolver algún problema urgente y todo con suma naturalidad y sin perder la calma y la visión de lo que estábamos haciendo; esto es, sin duda, un regalo de Boré Olam (El Creador del Mundo).
Si ponemos a un hombre sólo cinco minutos al frente de esta situación, su grito de socorro no tardará en llegar…
Recordemos que en Mitzraim (Egipto) uno de los trabajos forzados fue justamente invertir los roles, darle al hombre tareas de mujeres. ¡La concentración superficial nos sirve justamente para movernos y desplazarnos con éxito de una actividad a otra sin perder de vista la anterior, cosa tan necesaria para las amas de casa y madres!
Puso en nosotras además una biná ietera, una comprensión especial de las cosas, tenemos lo que llamamos comúnmente el sexto sentido. Además de hacer que nuestros actos se rijan no solo por la fría lógica de la razón y el entendimiento, hizo que todas nuestras actitudes sean movilizadas por el reguesh (el sentimiento), y eso es lo que nos permite captar las necesidades reales de cada uno de los miembros de nuestro entorno, crear un hogar feliz, donde podamos transmitir con amor y alegría a nuestra familia y a toda persona que a ella asista un ambiente cálido donde desarrollar las midot (buenas cualidades) como el jésed (la bondad), la humildad, la avodat Hashem etc.

Todo esto y más nos hace tener un papel muy importante en nuestra familia!

Me despido de todas no sin antes agradecerle al Creador por permitirme ser una muy feliz Akeret Habai orgullosa de la labor que hago y la gran bendición al  dedicar  cada uno de mis días para mi familia sabiendo que Hashem me ha encomendado un mishkan donde reside Su Presencia.
Aún mayor mi felicidad de poderles compartir este mensaje a  todas aquellas mujeres que como yo con esfuerzo y dedicación pero de manera silenciosa tambien son servidoras del Cielo en la tierra!